martes, 7 de agosto de 2007

el arte del buen comer

EL ARTE DEL BUEN COMER
Comer es un ritual mágico que necesita su tiempo. Sin embargo, para muchos se ha convertido en una obligación o incluso un incordio que parte en dos su jornada laboral. ¿Las consecuencias de esa ingestión apresurada de los alimentos? Intoxicaciones, kilos de más y todo tipo de trastornos digestivos.

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El arte del buen comer se basa en tres reglas fundamentales: esperar, evitar y atacar. Es decir, hay que esperar cuando una vianda no sea de su gusto; evitar el plato rebosante en el que la calidad no está medida con el mismo baremo rebosante de la cantidad; y atacar cuando se tenga delante el manjar perfecto. Esa es la teoría que, por lo general, muy pocas personas ponen en práctica. Muchas de las comidas cotidianas se realizan de forma apresurada tanto en el hogar como el comedor de la empresa o en un restaurante cercano a la oficina en esa mínima pausa concedida por los jefes para reponer fuerzas y seguir trabajando. Un incordio A menudo, más que un acto fisiológico de extrema necesidad se convierte en un incordio ya que se produce en medio de una agitada jornada laboral. En este clima, cualquier cosa es engullida con la mente puesta en las cifras, balances y presupuestos. Sin duda, es un problema de civilización. La nutrición del cuerpo y conservación de su vida se efectúa gracias a tres funciones que se realizan de forma interrelacionada: la digestión, la respiración y la circulación. En estos tres primarios actos tienen lugar complicados fenómenos químicos en los que unas materias se transforman en otras que son utilizadas por el organismo y que alcanzan su máxima complejidad en el caso de la digestión. La importancia de la saliva Jugo gástrico, jugo intestinal, jugo pancreático, bilis y saliva transforman los más dispares alimentos engullidos en sustancias que más tarde se expulsarán a través de las heces. La saliva es uno de los elementos promotores de esta transformación que convierte un alimento en otra materia que, como un mecanismo de relojería, hará que el organismo funcione con la precisión justa. Cuando se toma un alimento duro y seco la saliva afluye en mayor cantidad y abunda en mucina, una de las sustancias orgánicas. Si el alimento es muy salado o muy ácido entonces es otra sustancia más fluida la que disuelve la sal y reduce al mismo tiempo la acidez del sabor. Masticar correctamente Todos los alimentos han de masticarse lentamente hasta convertirlos en papilla, para que el trabajo de los jugos gástricos, pancreáticos, bilis e intestinales pueda realizarse con la exactitud necesaria. Y como no nutre lo que se come sino lo que se digiere, he aquí que lo importante es lograr una buena digestión. Del acto de comer deprisa, enviando al estómago los trozos de los alimentos demasiado grandes, provienen toda clase de trastornos digestivos: la acidosis de la sangre, las enfermedades del hígado, la nefritis, la dilatación y caída del estómago, la enterocolitis y la cilitis, las hemorroides, el estreñimiento, la artritis, la gota y hasta la diabetes. Relajarse antes de comer Pero, ¿cómo es posible comer despacio y masticar lentamente cuando se llega a la mesa con el ánimo alterado, disgustado, inquieto o ansioso? Si es necesario, conviene hacer cinco minutos de relajación hasta predisponer el espíritu para uno de los actos más placenteros que se pueden efectuar. Conviene alejar toda depresión, pensamiento negativo, disgusto y, en definitiva, todo cuanto vaya a distraer la mente y la aleje de ese acto que ayudará a mantener el equilibrio físico y psíquico. Comer de forma distendida alegra y relaja a la vez el ánimo. Es entonces cuando se pueden degustar todos y cada uno de los sabores de una comida bien realizada. Al comer despacio se ingiere una menor cantidad de alimentos, algo que resulta beneficioso si se tiene en cuenta el alto porcentaje de la población que está sobrealimentado. Cualquier excedente de alimento que supere las necesidades reales, más que fortalecer, debilita el organismo al imponerle un gasto de energía suplementario. Y, por supuesto, surge el problema de la obesidad, tan generalizado en nuestros días.